domingo, 23 de agosto de 2015

En llamada al 105: “Tienen que venir, mi marido me ha golpeado”.

Un caso más de violencia familiar

Eran las nueve de la noche aproximadamente, cuando se escuchan gritos de una mujer al costado de mi casa, al mirar por la ventana veo que se trata de dos vecinas de al lado. La más joven gritaba entre llantos “este hombre me ha pegado”, mientras que la otra, una mujer mayor la consolaba; ambas viven en el mismo edifico. Habían salido a la calle y desde allí llamaban al 105, la víctima pedía auxilio a la policía, hecho que nos tranquilizó un poco a mi esposa y a mí;  y seguimos en la sala jugando con nuestros hijos.

Consideramos  que no era necesario intervenir, pues afuera estaban con la otra vecina, una señora madura, de esas personas que demuestran ser correctas  y de carácter. Al rato nuevamente la bulla, esta vez la mujer le gritaba a la policía, “no sé cómo harán, no me importa si este número es a nivel nacional, pero ustedes tienen que venir, mi marido me ha golpeado”,  recordamos que la joven pareja tienen un hijo de unos 4 años más o menos y al parecer estaba observando toda la escena, como había pasado más de media hora, decidimos llamar, pero esta vez a la comisaría de Ica, al 227673.

La respuesta en la comisaria fue que este caso le competía a la Comisaria de Mujeres y nos dijeron que  llamemos al 227269. Si bien reconocieron que le habían pasado la voz sobre el incidente, también dijeron que estaban en camino, colgamos y esperamos. Luego llegaron, pero no la policía, sino unos familiares al parecer de la víctima.

Entraron es sus casa y no supimos más del asunto. Casos como este seguramente ocurren a diario y a la policía le parece una rutina que ya ni ganas de intervenir tienen. Lo preocupante es que a la violencia familiar no se toma en serio. Se ha convertido en algo cotidiano, la agresión entre parejas es constante, empieza por lo verbal, violencia psicológica y termina en violencia física, como el caso de esta joven mujer, y de seguro que el marido la volverá a golpear; así empieza y termina en feminicidio. Lo más triste es que el hijo observa todo y va registrando en su pequeña mente, el trato del padre a su madre, cuando grande hará lo mismo, aseguran los especialistas, simplemente porque le resultará algo “familiar”.


Esperamos que la joven mujer se dé cuenta y reflexiones sobre lo ocurrido. El ciclo de violencia empieza con agresiones psicológicas, luego de un tiempo de tensión, el hombre desencadena en violencia física, en esta segunda etapa el maltratador ejerce la violencia en su sentido amplio a través de las agresiones físicas; es donde se registran las denuncias y la victima solicita ayuda, lo que los especialistas  llaman “crisis emergente”; luego en la fase tres del ciclo de violencia, viene el arrepentimiento del agresor, colmando a la víctima con “promesas de cambio”. Esta fase, también se le conoce como la “luna de miel” porque el hombre se muestra amable y cariñoso, convenciendo a su mujer un nuevo comienzo de su relación.

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