Orlando vive en un Asentamiento Humano en Ica afectado por el terremoto del 2007 y es uno de los miles de sobrevivientes del conflicto interno que asoló Ayacucho, que lo obligó a desplazarse. Hace unos meses cené con su familia en la precaria vivienda en la que habitan. Me contaron la historia de la reconstrucción: habían podido levantar solamente un pequeño cuarto y una pared de material noble con los 6,000 soles del bono. Ahí dormían los abuelitos y los niños “para protegerse, por si hay otro terremoto”. La pareja tenía como techo una estera. El resto, a la intemperie en medio de una creciente inseguridad. A pesar la cálida acogida, recorrí las calles oscuras y el paisaje destruido de Parcona camino al bus que me traería de vuelta a Lima, con una gran indignación.
Esa fue la emoción expresada el sábado 15, dos años después del sismo, por miles de damnificados que reclamaron por sus escuelas, centros de salud y viviendas en la “Marcha por la dignidad”. Solo un 15% ha sido rehabilitado. Los bonos de 6,000, eliminados del presupuesto mientras hay más de 40 mil damnificados sin atender. La frustración por la actitud del Estado indolente e indiferente ha dañado más aún a esa población que vive en condiciones inaceptables.
El 23/6/01 un terremoto de gran magnitud afectó completamente a Moquegua, parte importante de Arequipa, de Tacna, así como localidades de Ayacucho. 240 personas murieron, 70 desaparecieron en Camaná. 17,500 casas fueron destruidas y 35,550 dañadas severamente. Era el último mes del Gobierno de Transición. Valentín Paniagua y sus ministros trabajamos sin desmayar, sin cámaras ni discursos en el marco del Comité Ejecutivo de Emergencia y luego, conformando el Comité Nacional para la Rehabilitación, liderado por el Presidente del Consejo de Ministros, quien coordinó y priorizó las acciones de la recuperación de los servicios e infraestructura en los departamentos afectados.
Se trata del mismo Estado que hoy ha sido incapaz de enfrentar la tragedia del Sur Chico. La diferencia con lo ocurrido en Ica es el liderazgo, la manera de gobernar en una crisis, la articulación permanente con el entonces alcalde de Arequipa Juan Manuel Guillén, con las autoridades locales de cada zona afectada, las iglesias, las empresas, las ONG y la sociedad organizada. La labor la continuó el gobierno de Alejandro Toledo.
El sur no se merece las autoridades que tiene. La burocracia, corrupción, ausencia de planeamiento y articulación demuestran incompetencia para gobernar. No han cumplido la tarea los alcaldes, el presidente regional, los congresistas de la zona ni el Presidente, incapaz de liderar la reconstrucción, de tomarse en serio la tarea del buen gobierno.
El sur reclama un Estado presente y activo, un plan de rehabilitación concertada entre los tres niveles del Estado que atienda la reconstrucción del 85% de la zona afectada, con fuerte inversión en capacidades locales para que los recursos tengan impactos significativos y se atiendan las graves secuelas sociales de la tragedia. Es el momento para que las autoridades electas se reivindiquen de tanta negligencia.
Por: SUSANA VILLARAN
No hay comentarios:
Publicar un comentario